Don Polier
Marca "Don Polier"
Jose Besú (Polier) enclava su señorío en Puerta de Golpe, Pinar del Rio. Mencionarlo era
significado de
un buen tabaco. Hacerse de un buen nombre significó un esfuerzo colosal.
Algunos
llegaron a decir que
fue un golpe de suerte el que lo ayudó, pero la mayoría siempre coincidió en reconocerle el
descomunal
esfuerzo que realizó para llegar a cosechar el mejor tabaco de la región
Convirtió una zona de monte
tupido, terreno árido y baldío, en la mejor vega de tabaco de la comarca.
Trabajando de sol a sol, enfrentó con la ayuda de un mulo la hercúlea labor, ayudado por su
esposa
Regla, que en momentos difíciles se incorporó al trabajo en la finca. Nadie sabe cómo
lograron ello solos
culminar la primera cosecha y curar el tabaco, pero la calidad de la misma le permitió una
arrancada
triunfal como agricultor.
Hoy cuando la familia se reúne y se le recuerda por su apodo "Don Polier", rinden tributo a
su esfuerzo,
honradez, a su carácter y a sus ocurrencias, ya que era una persona super simpática y de una
viz cómica
excepcional.
Fue el iniciador del alumbrado nocturno para guataquear y sembrar. Creó una infraestructura
de
antorchas de hachos de tea preparadas con hebras de raíces de pino amarradas con arique de
yagua, a
las que al prenderse producían una luz amarilla brillante y de una gran duración.
Su despegue económico lo hizo realizar acciones arriesgadas, arrendó más tierras, contrató
más
trabajadores y más tarde comenzó a comprar nuevas áreas.
De pequeña estatura y amante de la comida, alcanzó un peso descomunal y su imagen icónica
era la de
una persona de vientre abultado, vestido con traje, sombrero y un puro en sus
labios.
Paseaba las plantaciones en un carruaje, y supervisaba el mismo la labor de
los empleados, siempre con
un buen trato y una palabra cariñosa para todos. Se dice que conocía a todos por su nombre,
incluyendo
a las familias. No tuvo casi instrucción escolar, pero llevaba su negocio a base de cálculos
mentales.
Era tan querido en la zona, que en una ocasión fue asaltado por unos bandidos, sus
guardaespaldas
huyeron despavoridos, y los asaltantes al reconocerlo, se disculparon y lo acompañaron el
resto del
camino. Ese día, dejó de usar escolta.
El reloj de pared que estaba en su casa, sigue ondeando su péndulo hoy en día en casa de uno
de sus
descendientes y funciona perfectamente.
Este cigarro enaltece su figura, y perpetúa su presencia entre los que nacimos oyendo sus
historias
desde pequeños.